El abrazo nos confunde. Es una alegría sin adjetivos. Nos sabemos allí. Las jornadas de aciertos, fracasos, tristezas, preocupaciones, ocupaciones que traemos se van esfumando en la medida del avance de los minutos del nuevo encuentro. ¿Cuánto ha pasado? ¿Tres semanas, dos o seis meses? No importan allí estamos.